Para los corredores veteranos, el running es un arte que resulta tan natural como respirar. Sin embargo, tanto los principiantes como los curiosos que desean iniciarse en este mundo requieren, a veces, un poco de orientación. Si, por el contrario, tú no eres uno de esos casos, pero deseas repasar la base, o conoces a alguien que necesite dicho conocimiento, este artículo es ideal para ti.
Es importante recordar que, como cualquier afición, el running parte de dos inquietudes: por qué y cómo. Y si bien la primera pregunta conlleva a una respuesta personal y hasta diferente para cada persona, la segunda resulta más estandarizada. A continuación, daremos respuesta a ella.
Primer paso: Comienza despacio
Lo ideal es realizar una transición de la caminata a la carrera; ésta no debe ser brusca sino pausada y con los descansos suficientes para que tus músculos y articulaciones no se resientan. Por ello, mezcla las prácticas: intercala fases donde camines o trotes con el running mientras te habitúas.
Segundo paso: Consigue unos zapatos adecuados
Mientras que al caminar te mantienes en contacto con el piso, al correr existen momentos en que nuestro cuerpo “vuela”: uno de nuestros pies “despega” tras servir de apoyo y dar impulso, mientras que el otro “aterriza” para repetir el ciclo con la nueva zancada.
Por ende, para esos momentos de contacto con el suelo necesitamos un “tren de aterrizaje” que amortigüe los impactos y proteja nuestro “fuselaje”, y ahí es que entran en juego unos buenos zapatos para corredores. Consecuentemente, debes buscar en las tiendas aquellos que calcen específicamente con tus pies y te provean de una buena amortiguación, sin sacrificar tu comodidad.
Tercer paso: Usa la vestimenta correcta
Suele ocurrir que, al comenzar a correr, disponemos en nuestro armario de la ropa necesaria: aquella que es suelta pero cómoda, permitiendo fácilmente la circulación del aire (y el refrescamiento) por todo tu cuerpo.
Es importante recordar que, en estos casos, debe privar la funcionalidad antes que la estética. Por ende, en verano, pantalones cortos y franelas de manga corta constituyen la mejor alternativa. En invierno, por otro lado, es importante protegerse del frío ambiental y el enfriamiento repentino: usa prendas en capas que, a su vez, garanticen que el sudor no se acumule, y cámbiate (o mejor, dúchate) tan pronto termines de correr.
Cuarto paso: Dedícale un tiempo fijo a este nuevo hábito
Una rutina de treinta o cuarenta y cinco minutos, tres veces por semana, tendrá su impacto garantizado, por lo que incrementarla queda a tu criterio. Lo importante es no descuidar el primer paso, y tomarla en serio: haz de correr tu hábito, agéndalo y verás que pronto todos lo respetarán. Y recuerda: si alguien quiere compartir contigo en ese momento, ¡invítalo a que te acompañe!
Quinto paso: Conoce a fondo el sitio donde correrás
Hablamos de sus características geográficas y climáticas, para que sepas cómo te afectarán cuando vayas a correr. Lo ideal es buscar un lugar plano para practicar el deporte; por ende, si vives en una colina debes dirigirte al pie o a su cima.
En cuanto a temperatura, es importante recordar que las horas más cálidas del día suelen estar entre las 10:00 a. m. y las 3:00 p. m., por lo que tu planificación -dependiendo de la estación- debe girar en torno a aprovechar o esquivar ese horario. Nuestra recomendación es salir a correr temprano por la mañana o más hacia el atardecer, cuando estés más desocupado.
Sexto paso: Evita las comidas justo antes y después de correr
A menos que tengas un régimen dietético especial, no hay requerimientos particulares en materia alimentaria a la hora de correr. Es preferible evitar comer cualquier cosa una o dos horas antes de salir, y beber solo agua al terminar. Si sales a correr temprano por la mañana, hazlo en ayunas, y si tienes la necesidad de comer algo, una fruta o rebanada de pan tostado con agua es suficiente.
Séptimo paso: ¡No corras!
Puede parecer contradictorio, pero recuerda que, como runner principiante, lo ideal es desplazarse a una velocidad adecuada más que a toda máquina. Este ritmo debe permitirte hablar sin sofocarte, y tiene que ser, más o menos, el mismo que utilizas cuando caminas rápido. Por encima de ello, cualquier velocidad es demasiada.
Por otro lado, cuando intercales tus caminatas al running, procura que no sean caminatas de poder ya que éstas impedirán que tu cuerpo se recupere de la fatiga, lo cual es la finalidad de este segmento intercalado. ¡Camina casual y corre despacio! Así te mantendrás libre de lesiones en la medida en que progresas.
Octavo paso: No descuides tu descanso
Esto te permitirá mantenerte libre de lesiones: así como debes respetar tus días de running, también debes hacerlo con las jornadas de descanso. Recuerda que la actividad tiene un impacto en tus piernas y articulaciones, por lo que debes darles su merecido reposo; y si haces otro tipo de ejercicio esos días, procura que no involucre o tenga un fuerte impacto en tus piernas y pies.
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