Llevo más de un año viviendo al norte de los Países Bajos, en una hermosa ciudad llamada Groningen; llena de canales, naturaleza, molinos y ciclovías por lo que resulta una panorama perfecto para un corredor, pero absolutamente NO si lo que te gusta son las carreras de montañas.
Todo en los Países Bajos u Holanda es plano, totalmente plano, y en mi ciudad hay un “cerrito” de 10 metros de desnivel en solo 20 metros recorridos, así que por todo eso prefiero siempre correr en calle o a lo más un cross. Sin embargo, las ganas de ir a una carrera de trail esta vez resultaron ser más fuerte que el raciocinio y no pude negarme a aventurarme a una carrera de montaña en Francia en las vacaciones de verano de este año.
Mi pololo que es ultrarunner me animó a que fuésemos a una carrera de 50K en Orbey, Alsacia, yo por supuesto ni lo dudé, correr en un lugar así es un sueño. Sería mi cuarta carrera de trail en el extranjero. El año pasado, y a pocos meses de llegar a Holanda por lo que tenía aun un buen entrenamiento en montaña, participé en Transvulcania 21K en Isla La Palma, meses después en 24K en Italia teniendo una muy buena participación en ambas.
Mi tercer y último trail del año pasado fue en Toledo-España, una experiencia no muy agradable pues se notó la falta de entrenamiento en montaña, solo 27K y al K20 los calambres no dieron abasto, llegué a la meta con la ayuda de un corredor que me asistió en ruta cada vez que caí por las fuertes contracturas. Así tras esa experiencia aprendí que sin un entrenamiento de montaña es difícil rendir bien. Entonces, ¿Cómo iba a prepararme para 50K con más de 2000 m de D+ sin entrenar en montaña?
EL DESAFÍO
Sabía que pasara lo que pasara, intentar terminar esos 50K iba a ser una experiencia inigualable y que sumaría a mi vida un desafío por el cual debía prepararme al 100% , sin montaña ni desnivel (tal vez unos 200 m si hacía 20 repeticiones en el “cerrito”). Pues bien, casi tres meses antes empecé a prepararme como si fuese a un maratón de calle con mucho kilometraje semanal, sumado a un plan de fortalecimiento que lo llevo a cabo en el gimnasio (tengo mi entrenador desde Chile de Full Health que me envía la planificación online incorporando ejercicios de fuerza, potencia, pliometría y propiocepción, entre otros) y realizando series en la trotadora a máxima pendiente . Ya cumpliendo con todo ese plan de entrenamiento, tenía la confianza suficiente que terminaría los 50K de buena forma, por lo que debía planear muy bien la logística considerando una buena hidratación y alimentación, tanto previa como durante la carrera. Finalmente no debía dejar nada al azar, ya que además tendría que pasar dos puntos de corte, holgados para alguien preparado, que se consideraban a lo largo de la ruta.
Llegan las vacaciones… y la esperada carrera
El lugar que dio partida a la carrera es Orbey, una ciudad rural en plena Alsacia rodeada de montañas y bosques. Hace mucho no experimentaba esa sensación al observar tanta maravilla y saber que te haz preparado para sumergirte por esos senderos que quien sabe a esa altura que depararán. Junto a mi pololo, en la línea de partida con otros 202 corredores más, damos inicio a una aventura desafiante , que claro para mí sin entrenamiento en cerro podría resultar más complejo, pero no por eso imposible!
No me caracterizo por correr ultra distancias, mi tope siempre han sido los 50K (Endurance Challege The North Face en Santiago, 2017), para la cual me preparé un montón para terminarla a un buen ritmo y finalizarla en buena posición. Sin embargo ahora mientras corría, lento pero seguro, pensaba en que no podía llevar un ritmo de carrera de montaña como el que suelo tener, solo debía concentrarme en sentirme cómoda en todo momento, hidratarme lo suficiente, aprovechar los puntos de abastecimientos y mentalizarme en que iba a pasar los cortes.
Los primeros 20K antes del corte eran decisivos, debía llegar con al menos una hora de anticipación y en buena forma para continuar. En cada subida me sentía cómoda pero al bajar la emoción de libertad hizo que fuese algo más rápido para ganar tiempo pero olvidé que si hacía eso la probabilidad de contracturarme aumentaban. Y como pensé, Km 15 ya empecé a sentirme apretada y pensé en que tal vez lo mejor sería retirarme en el Km 20, pues si estaba así a poco de empezar la carrera, por seguridad era mejor tomar esa decisión. Continué corriendo a un menor ritmo, en definitivas había que seguir y a pesar de todo lo estaba pasando increíble, reencontrarme corriendo por senderos así realmente lo extrañaba. Paré en un momento a elongar, recordé que tal vez de esa forma podía ir retrasando alguna contractura mayor, y efectivamente, esa estrategia me permitió llegar de maravillas al primer corte para luego continuar al punto más alto en el Le Château Hans con vista al Lac Blanc.
Subir esa roca fue fantástico, adrenalínico y mi cara y la captura de un fotógrafo lo dice todo.
Ya quedando menos de la mitad para la meta, y solo una subida más, todo fue fluyendo perfecto, no iba compitiendo en lo absoluto, solo quería llegar bien a la meta por lo que paraba en cada abastecimiento un par de minutos a tomar agua, recargar, comer y elongar un poco. Los últimos 5Km fueron increíbles, demasiada emoción de saber que ya lo había logrado y sumado a que mi pololo me fue a buscar, fue el mejor panorama para ir finalizando ese carrerón.
Todo ello, más aun que el clima jugó a favor con agradables 21 grados y un buen viento, permitió que completara los 50K en 7:45h y 14 general en damas.
Una experiencia única con muchas sensaciones positivas y una organización increíble, que me deja con la convicción de que al regresar a Chile volveré a maravillarme con el trail running, pero como corresponde! Entrenando con todo y compitiendo tal como me gusta y apasiona.