Si bien toda la población está expuesta a las bajas temperaturas y malas condiciones del aire, son los niños/as los más vulnerables a contraer cuadros respiratorios que necesiten eventualmente atención de urgencia. Que toda la familia se mantenga protegida y libre de contagios se vuelve un verdadero desafío, pero hay una serie de medidas que se pueden aplicar para evitar tener que concurrir a un centro médico.
Llega el invierno y se repite la misma historia de todos los años: centros asistenciales que no dan abasto y niños congestionados con cuadros respiratorios muy serios. No es sorpresa que Chile tiene cada vez peores índices de calidad del aire en varias ciudades, pero si a eso se le suman las bajas temperaturas y eventos climáticos que están acompañando a las estaciones más frías del año, la combinación permitirá ver este escenario una y otra vez.
La contaminación del aire es un problema mundial que afecta principalmente a las grandes ciudades en países desarrollados y subdesarrollados, con consecuencias para la salud de la población, que tienen relación con enfermedades respiratorias, cardiacas y otras. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estado desde hace ya un par de décadas monitoreando estos índices, debido al alto porcentaje de muertes relacionadas a estas condiciones. Chile, especialmente su capital, es uno de los lugares que mayor preocupación genera, dado que los niveles de gases emitidos superan los rangos recomendados por la OMS.
Si bien la relación entre la mala calidad del aire y los cuadros respiratorios típicos de invierno parece bastante obvia, no fue hasta el 2015 que una investigación publicada por la Revista Médica de Chile corroboró la asociación directa que existe entre las enfermedades respiratorias y la estación invernal. Los datos recopilados en la comuna de El Bosque permitieron establecer notorias diferencias entre la concentración diaria del material particulado y los gases entre invierno y verano. Es así como las malas condiciones de ventilación y las bajas temperaturas representan una amenaza para los más pequeños.
Para evitar que los resfríos y enfermedades empeoren, es importante que los niños no sufran grandes cambios de temperatura, estén bien abrigados en caso de salir, reforzar su sistema inmune con una dieta rica en Vitamina C y no dejar que la transpiración de la ropa al jugar se quede por mucho tiempo. En caso de presentar fiebre, la recomendación de los expertos es mantener la calma y no concurrir innecesariamente a los centros de urgencia de las clínicas y hospitales, porque muchas veces se trata de síntomas manejables y al exponerlos a los virus y bacterias que se encuentran normalmente en estos recintos puede ser contraproducente.
¿Qué síntomas pueden tener los/as niños/as con fiebre y cuándo uno se debe preocupar?
La fiebre es el aumento de la temperatura del cuerpo por encima de las variaciones normales de todos los días. En los menores, se considera fiebre cuando el termómetro marca igual o mayor a 38° Celsius si es rectal o a 37,6° Celsius si es axilar. Es importante establecer que el cuadro febril no es una enfermedad, sino una forma que tiene el cuerpo de defenderse y la mayoría de las veces desaparece en un par de días.
Las causas más comunes de fiebre son: infecciones respiratorias por virus, gripe, faringitis y dolores de garganta, otitis, enfermedades virales (eruptivas), dentición, reacciones a las vacunas, gastroenteritis, infección urinaria y meningitis, entre otras.
Cuando la fiebre es intensa, no necesariamente significa que la enfermedad se agravó, dado que algunos cuadros pueden causar fiebre alta. Mejor es verificar si hay otros síntomas presentes, ya que estos pueden indicar si es hora de consultar a un médico. En algunos casos, la fiebre viene acompañada de falta de conciliación del sueño, pérdida del apetito y del interés por jugar, menor actividad o poca energía o, por el contrario, irritabilidad y con llanto difícil de calmar. Si se presenta alguno de los siguientes signos es hora de concurrir a un experto:
- Letargia: no come, tiene tendencia a dormirse, está muy pálido.
- Erupción en la piel: manchas rojas pequeñas en la piel que no desaparecen al hacer presión sobre ellas o al estirar la piel alrededor.
- Dificultad para tragar: no puede tragar y babea excesivamente.
- Dificultad para respirar: no respira normalmente, incluso después de limpiarle la nariz con la perita de goma.
- Cambio en el ánimo: parece delirante, con ojos vidriosos, o muy irritable.
El cuadro febril puede ser tratado con el uso responsable de medicamentos paliativos, antivirales y analgésicos. Kitadol Infantil está creado para niños de entre 2 y 12 años, y cada edad tendrá una dosis diferente para los tratamientos de la fiebre y dolores leves a moderados.
Kitadol recomienda que el paracetamol no sea administrado por más de cinco días seguidos, por lo que en caso de que los malestares continúen, se recomienda visitar a la brevedad a un médico especialista y en caso de niños, siempre es mejor consultar antes de automedicar.
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