Viña del Mar, cada año toma más fuerza como el segundo evento más grande a nivel nacional, luego de la MDS, es la vedete del segundo semestre y punto obligado para nosotros los corredores que disfrutamos de recorrer el país haciendo lo que más nos apasiona.
Antes de comenzar, sólo mencionar cuáles eran las expectativas para este desafío, como me preparé para los 42.195 metros y qué representa Viña del Mar en términos de esfuerzo físico:
- El primer semestre corrí Boston en 2:53:29, terminando mi mejor presentación en la distancia madre, por ende, ya tenía un piso importante desde donde echar mano, el conversar con Omar Aguilar (mi entrenador y amigo), propusimos trabajar bajo la premisa de: “si quieres algo diferente, no hagas siempre lo mismo”. Por ende, cambiamos el entrenamiento respecto del primer semestre, disminuyendo un poco el kilometraje semanal (de 140K a 120K aprox.), pero aumentando la duración y velocidad en las series (pasamos de 12x400mts a 3×3000 o 4×2000, a grandes rasgos), además establecimos un grupo de 3 personas (Roberto Soto y Francisco Espinoza) los cuales atacaríamos Viña buscando el sub 2:50:00 (en lo posible correr a 4 minutos por kilómetro).
- Además, tratando de corregir Boston, en donde los brazos y los cuádriceps se murieron en el kilómetro 37, incluí diariamente 24 flexiones de brazo, 30 sentadillas y 1 minuto de plancha, así pasaron 3 meses (12 semanas), en donde era solo una la premisa: “como correr en 2:48:00 y no morir en el intento.
- Viña del Mar es una Maratón con importante desnivel, si bien está a nivel del mar, no es plana para nada, tiene muchos falsos planos que, si te encuentran mal parado, lo puedes pagar caro, además, es un circuito que tiene dos vueltas por decir así, partes en Reñaca, llegas a Valparaíso (10K aprox.) y te devuelves (vuelta 1), luego vuelves a Reñaca por el mismo recorrido y ahora te diriges hacia Con Con (otros 10K aprox.) y nuevamente de devuelves a Reñaca. Además, los primero 21K tienes hidratación cada 5 kilómetros, luego la segunda mitad tienes hidratación cada 3,5 kilómetros aprox., y en el kilómetro 32,5 gel energético (muy bien pensado).
Ya en viña, llege el sábado a la ciudad y me dirigí a retirar el kit de competencia a un Boulevard un tanto colapsado por la lluvia y la cantidad de personas que circulaban lo que tornó un tanto engorroso el tema, pero ya con el kit en la mano, unas exquisitas pastas y tomo rumbo al hostal para descansar para el desafío.
05:30 am, suena el reloj y comienza el desafío, un desayuno especifico y me voy rumbo a la partida, al legar cerca de las 06:30 am, muy pocas personas en los alrededores lo que hacía muy expedito todo, el acceso a los baños y la guardarropía muy ordenado todo, una explanada que te permitía poder hacer un correcto calentamiento y estiramientos. 07:20 y partía a encajonarme, ya que los 42K partían a las 07:30 en una muy buena idea de la organización de realizar partidas diferenciadas.
Acá me topé con una de los problemas históricos que muchos experimentamos, el corredor chileno (me incluyo), no respeta los órdenes de encajonamiento dentro de un maratón, entonces, si yo corro un poco más lento que los demás, debería tratar de colocarme en una posición que no entorpezca a los que planean correr un poco más rápido que yo, ojalá algún día podamos incorporar esa internacional.
07:30 am, una temperatura muy cómoda, post lluvia del día anterior hacia que fuera muy cómodo correr sin la ayuda de más elementos que quizás entorpecieran más adelante; parte el desafío e inmediatamente comienza la salida con el ímpetu de los primeros kilómetros muchos apuran el paso, pero mi objetivo era claro: 4 minutos por kilómetro, nada más y nada menos.
Correr a nivel del mar es espectacular, la brisa te puede ayudar demasiado a oxigenar bien y sentirte “fresco”, por eso los primeros kilómetros pasan relativamente rápido, y por lo menos los primeros 15 minutos solo es disfrutar, si bien existen varias subidas, ninguna te representa demasiado esfuerzo si vas concentrado.
Desde el kilómetro 4 en adelante, ya la gran masa que era en un comienzo se reduce a las personas que realmente van al ritmo que tienen presupuestado, en ese tenor, se conformó un grupo espectacular, de 10 a 12 personas (Roberto Soto, Francisco Espinoza, Mario Vargas y Diego Valenzuela entre otros) que nos fuimos cuidando en la primera vuelta, hablando entre nosotros y midiéndonos, tratando de no apurar y de mantener el ritmo, tanto en subidas y bajadas, si bien algunos nos conocíamos, sirvió para conocer nuevos corredores y afrontar de forma mucho más amigable la primera vuelta.
Ya llegando a Valparaíso se cumplen los primeros 10K (40 minutos aprox.), ocurre la primera vuelta y comienza algo que particularmente a mí me juega en contra, ver a toda la gente que viene tras tuyo, eso puede inquietar y hacer apurar un poco más el paso, por suerte el grupo iba compacto y hablando todas las decisiones que ocurrían en el momento.
Lo bueno de correr en un circuito que ocurre en vueltas, es que la vuelta la tienes absolutamente recorrida, eso hace que sepas claramente lo que debe ocurrir más adelante, por lo mismo, la pasada de 15 y 20 kilómetros ocurre sin sobresaltos, además, al ser con vuelta, ves claramente cuantas personas van delante de ti, inclusive puedes contarlas a modo de jugar mentalmente.
Con una temperatura espectacular, una buena hidratación y un equipo aún mejor, además consumiendo los gel energéticos que llevaba, el primero en el kilómetro 14 y el segundo presupuestado para el kilómetro 25, transcurre la media maratón en 1:23:41, íbamos 19 segundos bajo el promedio, todos nos animábamos: ¡bien!, ¡vamos!, ¡a no perder la calma!, y acá comienza la primera parte de la verdadera maratón del kilómetro 21 al 32 recorrido que va de Reñaca a Con Con, en el trayecto se nos une Juan Pablo, para ayudarnos con el soporte de la carrera (Juan Pablo es el que va con las botellas, un Crack!, gracias JP).
Para nuestra suerte, el grupo sigue compacto, somos 10 dando la pelea, combatiendo nuestros demonios internos y dando lo mejor, de Viña a Con Con es un tanto raro, ya que la soledad es tu compañera, solo existen personas vinculadas con la organización y no hay personas en la ruta ni gritando ni apoyando, para un maratonista correr solo esa parte a mi juicio sería fatal. Si bien la ruta es muy linda en la totalidad de los parajes, es muy solitaria; ya en el kilómetro 27 alcanzamos a la gran Clara Morales, la que lideraba la prueba de mujeres, le contamos como iba respecto a la segunda mujer y seguimos lentamente el paso, a esa altura seguía siendo de 3:58 – 4:00 minutos el kilómetro, poco antes de llegar al kilómetro 32 comienzo a contar a las personas que iban delante de nosotros, eran 14, dentro de mi pensé (¡dale!, ¡Jamás pensante ir tan bien!), damos la vuelta en el kilómetro 32,5 en donde se produce la vuelta hacia Reñaca y el temido muro comienza para varios del grupo, lentamente me comienzo a ver más solo, no quería mirar hacia atrás, solo pensaba en dilatar la llagada del muro a mi puerta.
Para el kilómetro 35, ya me encontraba solo, todo el grupo se había disuelto atrás mío, iba corriendo con el muro en mi cabeza y con Boston como sombra, ya que en esa oportunidad el palo me llego en el kilómetro 37, quizás pensar eso me hizo apurar un poco, comenzaron a salir los kilómetros un tanto más rápidos, quizás quería salir de ahí, mi cara debe hacer sido de espanto, ya que los muchachos de la hidratación se acercaban a pasarme el agua (¡gracias!).
Lentamente, me acercaba a la meta, adicionalmente iba contando a las personas que lograba adelantar, no las pasé por ser más rápido, las pase porque estaban batallando con el muro en las orillas de la ruta, me encontraba en el kilómetro 39 y estaba en la posición 10, no me la creía, estaba entrando en la alegría cuando siento el muro en mis piernas, miro el reloj y solo digo, hasta acá no más llegamos a este ritmo, silenciosamente comienza a aparecer la meta muy lejos y ruego a Dios por un milagro, solo recuerdo que aparece un voz conocida y que me comienza a levantar, ¡vamos!, ¡Dale!, ¡Disfruta!, ¡Hazlo por tu familia! Y una infinidad de cosas que no recuerdo, era Héctor Vinet de Santiago Runners que me vio y en bicicleta me acompaño hasta dejarme a 400 metros de la meta, su ayuda hizo que esos últimos kilómetros salieran a 3:45 minutos por kilómetro y el muro, el muro era historia del pasado, había pasado la meta en 2:48 y monedas, gracias a Dios, Viña se convertía en mi mejor Maratón.
Para finalizar, si bien es una opinión poco objetiva (ya que le tengo mucho cariño a Viña), es una maratón hermosa, la ciudad se paraliza, generalmente hay muy buen tiempo, los servicios que ofrecen son muy buenos (baños, hidratación y guardarropía, luego masajes, agua y fruta a destajo), pero no recomendaría correr un maratón en soledad, ya que el trayecto desde Reñaca a Con Con es muy solitario para afrontarlo solo, a menos que seas profesional, lo que no es el caso de la mayoría de nosotros los corredores promedio.
Me impresionó el tamaño de este grupo “4 el mil” (¿una docena?) que tuve mucho tiempo en la mira, a 50 o 100 mts, hasta que me cansé corriendo solo y dejé escapar unos minutos. Cada año Viña sube su nivel, ya son más de 50 debajo de las 3 horas.
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