Aunque el ejercicio es una de las claves de un estilo de vida saludable si se elige realizarlo en el exterior la contaminación podría dar lugar a una combinación nada sana.
El aire que respiramos está compuesto por un 20% de oxígeno y un 80% de otros gases (entre ellos los dañinos, cuando hay contaminación). El monóxido de carbono entra rápidamente a la sangre y ocupa el lugar del oxígeno en la molécula de hemoglobina, provocando que llegue menos oxígeno a los tejidos.
Entre los efectos secundarios que nos puede producir a corto plazo están la sensación de ahogo, náuseas, rigidez en el pecho o irritación de los ojos, dado que el ejercicio tiene claros beneficios para la salud, no hay que dejar de hacer ejercicio por completo, a menos que el médico lo indique, para minimizar los riesgos de la combinación de contaminación y ejercicio aquí algunos consejos:
- Controlar los niveles de contaminación: Casi todas las ciudades ofrecen datos sobre contaminación ambiental. Intenta hacer deporte los días en que los niveles de contaminación no sean demasiado altos.
- Evitar realizar actividad física en zonas de alto tráfico.
- Cuando se combinen altos índices de contaminación, elevada humedad y baja temperatura, la población de mayor riesgo (niños, adultos mayores y embarazadas), no debe realizar actividad física.
- Planifica el ejercicio: Los días con alerta de calidad del aire haz entrenamientos menos intensos y más cortos. Evita las horas punta y la tarde, cuando los niveles son más altos. Madrugar y hacer deporte a primera hora de la mañana es la mejor opción.
- Acude a parques y zonas verdes: Aunque en las grandes ciudades ningún lugar céntrico se salva de la contaminación, los niveles son más bajos en parques y zonas alejadas de los coches.
- Consulta a tu médico: Si padeces asma, insuficiencia cardíaca o respiratoria es vital acudir al médico para que te asesore sobre qué tipo de actividad deportiva es la que más te conviene.