Jugarme todas las fichas. Esa es la frase que mejor refleja mi Maratón de Santiago de este año; tal cual como sabía que podía pasar, en vez de seguir el plan previo cuidadosamente pensado para cumplir mi objetivo de bajar las 3 horas y veinte minutos decidí cambiarlo en los primeros kilómetros y apostarlo todo a que sería capaz de sostener un ritmo más rápido. ¿Resultado? Aguanté un ritmo promedio de 4:38 hasta los 34 y me di de cabeza con el muro, tuve que bajar considerablemente el ritmo y más encima aguantar durante 4 eternos minutos un tremendo calambre en el cuádriceps izquierdo en el kilometro 38. ¿Enojado? ¿Triste? ¿Defraudado? Para nada, aún así terminé feliz la carrera en 3:25:42 y bajé en 2 minutos mi mejor tiempo en Maratón y en 12 minutos mi mejor tiempo en la MDS.
Obviamente llegue adolorido como siempre, pero con ese dolor con un dejo de sabor dulce al que tanto nos acostumbramos los Maratonistas. El sabor dulce de saber que lo di todo y que, aunque esta vez no me resultó la apuesta, el duro proceso previo si valió la pena y me deja súper motivado para Viña en octubre.
¿Que puedo decir del evento? El día estuvo espectacular para correr y el ambiente como siempre no pudo ser mejor. Solo con subirme al metro de madrugada y ver a cientos de locos compartiendo el mismo sentimiento me siento pagado. Además, tengo la impresión de que este año hubo mucho más público apoyando en las calles y eso de verdad se agradece, ojalá que este apoyo siga creciendo y sobre todo que sirva de motivación para que más de alguno se ponga las zapatillas y pase de la vereda a la calle. Mención aparte se merecen los cruces Vespucio con Apoquindo, donde el apoyo al cruzar el paso bajo nivel del metro Escuela Militar era realmente conmovedor, y Pocuro con Roberto del Río. Este último pertenece al recorrido de los 21K pero no puedo dejar de mencionarlo, mi señora llegó a llorar de la emoción por el apoyo y sin duda fue una tremenda dosis de energía, súper necesaria para enfrentar la última parte de su carrera.
¿Y que puedo decir de la organización? Siento que estuvo mucho más a la altura de un evento de esta magnitud, se nota que aprendieron de los errores de la versión anterior y el asesoramiento con expertos mundiales se agradece. Sobre todo con el tema de las oleadas en largada de los 21K, cosa a la que personalmente no le tenía mucha confianza.
Para terminar dos menciones; la primera al ciclista que me salvó la carrera al ofrecerme agua mientras aguantaba estático el súper mega calambre que me atacó en el kilómetro 38, me tiré buena parte de su botella directo al cuádriceps y fue como un elixir mágico. Y la segunda mención para el operador del dron que rompió el cronómetro de la meta, ¿¡como tanto!?
En resumen, una tremenda experiencia como siempre. Nos vemos el próximo año MDS!!